Salvador Nava. 100 años

Salvador Nava. 100 años

Carmen Aristegui

Cuánta falta le hace al México de hoy recordar a sus héroes cívicos, a quienes dieron su vida por las grandes causas; a los que supieron, con sensibilidad y empeño, inyectar ánimo y espíritu de lucha a sus semejantes; a quienes creyeron y construyeron, colectivamente, una idea de democracia.

El próximo 7 de abril se cumplirán 100 años del nacimiento del médico oftalmólogo y líder social que durante 40 años trabajó para “vincular a los ciudadanos en la toma de decisiones de sus gobernantes, para lograr lo que todo ser humano anhela: libertad, justicia y paz, es decir, democracia. Darle rostro y dignidad a los ciudadanos”, tal como lo escribe, este año, doña Concepción Calvillo, su compañera de vida, en una carta con motivo de su centenario.

El doctor Salvador Nava se convirtió en figura referencial de las luchas ciudadanas no sólo para San Luis Potosí, sino a nivel nacional. Su nombre se convirtió en sinónimo de decencia, estatura moral y sentido organizativo de la fuerza ciudadana. Sorteó, como sus seguidores, presiones y encarcelamiento. Fundó, en 1958, la “Unión Cívica Potosina” para dar forma legal a una creciente oposición al inefable cacique principal, Gonzalo N. Santos. Aquel personaje de horca y cuchillo –del que dicen que dijo que la moral es “un árbol que da moras”.

Desde la Unión Cívica, se constituyó una fuerte organización ciudadana que tomó para sí el nombre del doctor Nava. El movimiento navista dio las mejores batallas contra la imposición y la antidemocracia. Memorables momentos de oposición encabezó el doctor Nava a los cacicazgos temibles de Santos, Jonguitud y los otros en años más recientes.

Convocante de manifestaciones y organización ciudadana, ayudó a sacudir conciencias y derribar barreras del régimen autoritario. Nava decidió encauzar su actuación en la política y, en un insólito para la época, al negársele la candidatura del PRI, logró convertirse en candidato independiente. Gobernó la capital del estado durante en dos periodos, en diferentes épocas, y demostró que desde la célula municipal se puede establecer el más firme vínculo entre gobernantes y ciudadanos.

La llegada de Nava a la Presidencia municipal parecía ser aceptada por el régimen para aminorar las protestas contra Gonzalo N. Santos y sus representantes. No ocurrió así, y ya instalado en la Presidencia continuaron las protestas contra el cacique hasta la caída del gobernador Manuel Álvarez, represor del movimiento navista e incondicional del general Santos.

De Nava se dice que era un hombre que escuchaba, que encontraba las maneras para hacer que la gente participara. Pedía opiniones, las respetaba, pero sobre todo las ponía en práctica. Dicen que, para rendir cuentas, pegaba afuera de su oficina –de tanto en tanto– un papel con los ingresos y gastos del municipio.

Cuando las personas le pedían drenaje, les decía: “Sí, cómo no. Abran ustedes la zanja y yo me encargo de conseguir lo demás”. Y la gente sacaba la pala para retirar la tierra para que fuera puesta la tubería.

En 1961, buscó la Gubernatura. Le fue negada la candidatura oficial y decidió recorrer, de nuevo, el camino independiente. Asesinaron a su coordinador de campaña y trampearon, como de costumbre, la elección. Las movilizaciones potosinas hicieron historia y mandaron al Ejército para una ocupación. La persecución llevó a varios a Lecumberri. Vino uno de los periodos más oscuros para el estado. En los 80, resurgió el navismo con el Frente Cívico Potosino. Nava fue postulado de nuevo al municipio capitalino.

En el último tramo de sus batallas, Nava encabezó el movimiento que impidió la imposición de Fausto Zapata, quien duró en el cargo apenas dos semanas. Cuando tomó posesión Zapata, Nava emprendió rumbo a la capital, con la “marcha por la dignidad”. Antes de llegar, ya habían nombrado a un interino.

Nava fue hombre claro y sencillo. Sin recovecos. Apostando, siempre, por lo esencial. En el mensaje que leyó, en mayo de 1992, cuando anunció su retiro de la política por motivos de salud, dio cuenta de ello: “Hay que dejar claro que el ‘navismo’ no es Nava. El navismo lo han hecho todos los que han luchado desde hace tres décadas por sus derechos y por justicia. Los hombres llegan a un fin que marca la naturaleza, los ideales se quedan cuando se comparten y se educa en ellos a las siguientes generaciones”. Nava hablaba de democracia, justicia, participación ciudadana. Lo dicho: cuánta falta le hacen, al México de hoy, figuras como la del doctor Salvador Nava.